ANTE EL RETABLO
Contemplando ahora el retablo mayor de
nuestra iglesia parroquial El Salvador,
me vienen a la memoria viejos recuerdos y algunas reflexiones, pues la mayoría de nosotros no lo
conocimos con su primitivo esplendor, reflejando la dorada luz del pan de oro
en su talla barroca íntegra e indemne, ya que había quedado significativamente
mutilado por bárbaros e ignorantes durante la última guerra civil. Y no llegó a ser destruido totalmente porque sus verdugos comprobaron que no ardía bien su
madera por estar protegida con el estuco
que la envuelve y las finísimas láminas de oro que se extienden sobre él; por
esa razón, principalmente, desistieron en seguir arrancándole elementos. Al
principio del atropello me contaba mi madre, recordando su domicilio de juventud en la calle Cervantes, que no era infrecuente
contemplar en la bajada del templo cómo algunos de aquellos vándalos portaban
bajo sus brazos adornos y retales del monumento para calentarse en el invierno.
Casi todos
lo hemos conocido ya incompleto, aunque todavía majestuoso, reflejando
irradiante la calidad de los estofados que desde 1718 a 1721 realizara impecablemente el maestro
dorador valenciano Thomás Belando.
Después de la guerra, su restauración
estuvo siempre presente en las mentes rodenses como un sueño posible de
hacer realidad, y al menos en dos ocasiones se intentó infructuosamente. (Según Información recogida en su momento a
los versados en el tema por D. José Talavera Sotoca y publicada en la revista
de estudios albacetenses Al-basit nº 14, en mayo de 1984 pág. 55). Y
después, seguro que también formó parte de los planes y pensamientos
restauradores del cura párroco D. Joaquín Díaz Rueda, verdadero promotor de las reformas de nuestro templo El
Salvador en el año 1960; aunque no le dieron tiempo a plantearlos al ser
trasladado a Albacete.
Cuando
en 1992, a
instancias del Ayuntamiento y a través del Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social y dentro de los planes del Instituto Nacional de Empleo, se creó en La Roda una Escuela Taller: La Enzina, siguiendo el ejemplo de otros
muchos lugares de España, brotó de nuevo la esperanza de la restauración del retablo.
Así, posteriormente, se contempló en los proyectos de la número dos, que
funcionó durante dos años desde diciembre
de 1996 bajo la dirección del arquitecto rodense D.
Francisco López Cuesta, programando la limpieza de sus dorados y la realización
de los adornos tallados, ménsulas etc. que faltaban, principalmente en su parte baja, haciéndose para tal fin algunas de sus plantillas.
Lógicamente se pensó en el
asesoramiento y especial dirección de un tallista y dorador, del que
carecía la escuela. Y se tuvo en cuenta
a D. Francisco Gómez Canales, antiguo director artístico de las reformas del
templo en los años sesenta; pero por entonces estaba restaurando otros importantísimos
monumentos en Aguilar de Campoo (Palencia) bajo la dirección del famoso
arquitecto e ilustrador "Peridis".
En
aquella escuela-taller "La Enzina II" se trabajó en la limpieza del
retablo desde el gran andamiaje metálico que se instaló, y también se hicieron algunas prácticas de
talla y dorado en madera para
reponer pequeños adornos, ( según la entrevista que realicé entonces al director de la Escuela
Taller Enzina II, D. Francisco López Cuesta, reflejada en la noticia publicada
por Plaza Mayor, Nº26, perteneciente a marzo-abril de 1997). Para lo
cual el propio monitor de cantería, nuestro amigo “Lauren”, me consta que
sacaba de los originales del retablo
algunos relieves en plastilina para que los
tallaran en madera los alumnos de carpintería. (Después, aquellas
acciones de limpieza, etc. fueron muy criticadas por la prensa provincial como
actos muy atrevidos, sin la vigilancia directa y asesoramiento de algún
especialista titulado).
Ante la tradicional llegada de la Imagen de la Virgen de los Remedios en
mayo de 1998, se embelleció la parte del
templo donde estaba colocado el gran andamio, que era delante del retablo,
creando - a instancias de la Cofradía de la Oración del Huerto y con las ideas
y trabajo del artista local Alfonso Ruiz
- un original decorado con motivos
marianos en paneles de "porexpán" (poliestireno expandido), el cual
tapó durante algún tiempo la vista del andamio metálico. Como en el verano de aquel año todavía perduraba
esa decoración mariana y las obras de restauración del retablo estaban paradas,
el pueblo en general se interesó mucho más por los acontecimientos, pues
proseguían contra la restauración duras
críticas desde la prensa provincial, como la efectuada por Manuel Mujeriego
desde La Verdad. Y dos compañeras de Plaza Mayor, Ana Belén López y Julia
Carrilero, entrevistaron al director de
la escuela-taller, el arquitecto D.
Francisco López Cuesta, buscando más luz e información sobre el tema.(Véase Plaza Mayor nº 34, de julio-agosto del
año 1998).
Desde aquella interesante
entrevista quedó claro que la Comisión Provincial del Patrimonio Histórico
Artístico debía aprobar cualquier actuación de restauración sobre el retablo,
ya que la iglesia estaba declarada monumento nacional y la custodiaban las leyes de Protección del Patrimonio. Por
lo que se estaba buscando un restaurador
que tuviera la titulación requerida para llevar a cabo tal empresa.
También
la directora del Museo Arqueológico de Albacete, Dª Rubí Sanz Gamo, colaboró con un artículo en Plaza Mayor aclarando cualquier equívoco y dudas
sobre las normativas vigentes que afectaban a nuestro patrimonio, y por lo
tanto a nuestro retablo:
"...Las restauraciones,
tanto si son de edificios como de cuadros, esculturas o de objetos varios, deben ajustarse a nuestras leyes sobre el
patrimonio histórico-artístico y a los
convenios internacionales que España tiene suscritos, en los que se contemplan
que no podrán falsearse elementos modernos (actuales) como si fueran antiguos,
no podrán aplicarse productos que por su composición química sean lesivos para
la obra de arte, y las actuaciones
deberán ser reversibles, diferenciadas del original, y capaces de ser
eliminadas sin afectar a los elementos originales."
(
Escribió Rubí Sanz Gamo en: "Un patrimonio para todos" en Plaza Mayor
nº34, julio-agosto de 1998).
La
escuela-taller La Enzina II finalizó el 9 de diciembre de 1998, tras dos años
de actuación, pero en su memoria final resumida para Plaza Mayor por Víctor Martínez no figuraba en el apartado
referente a la iglesia el trabajo de limpieza etc. que al principio estuvieron
haciendo en el retablo, que podría
interpretarse como que había sido improcedente aquella actuación y por lo tanto que no se debía registrar como
objetivo conseguido.( Plaza Mayor
nº 36 pág. 5 ).
El 26 de junio del año 2000 se puso en funcionamiento la escuela
taller La Enzina III
entre cuyos objetivos estaba la restauración del retablo bajo la dirección de
un restaurador o restauradora titulada que por entonces todavía estaba sin
elegir. ( Véase Plaza Mayor nº 47,
septiembre-octubre de 2000 ).
En el número 50 de Plaza Mayor, correspondiente a los meses de
marzo-abril del año 2001, nuestro compañero José Joaquín Moreno Cortijo publicaba un estudio
detallado de las actuaciones que se harían en el retablo, proporcionado por la
responsable que llevaría a cabo tan deseado trabajo. Se llamaba María José García García, una joven cordobesa
afincada ya en nuestra villa para tal fin, diplomada en Restauración y
Conservación de Bienes Culturales (especialidad de escultura) por la Escuela Superior
de Galicia: Principalmente se limpiaría en el ático el polvo, se asentaría la
policromía, se taparían las grietas, se haría una limpieza química, se daría un
estucado y se reintegraría pintura de
restauración ( con acuarela) donde correspondiera poner pan de oro, ya que éste está totalmente prohibido reponerlo. Y dejaba
claro que los elementos ornamentales no se repondrían, aunque sí se encargarían
las seis esculturas que faltaban, pero tendrían sus maderas un acabado
abocetado para no poderse policromar.
A primeros de mayo del año 2002 se instalaban cinco de las seis
esculturas nuevas del retablo, talladas en madera de cedro rojo
por el sacerdote escultor D. Francisco Medina, profesor del Seminario de Uclés
y director del Museo Diocesano de Cuenca. Eran San Isidoro de Sevilla y
Santiago (de peregrino) en el cuerpo superior del retablo; San Pablo, San Pedro
y San Fernando en el inferior; faltando San Julián que sería colocado también
en mayo, antes de clausurarse la escuela-taller.
Año 2002. Andrés Clemente, monitor entonces de la sección de carpintería en la
Escuela-Taller de La Roda, colocando en el retablo la nueva talla de San Pablo .
Finalmente, se pretendia concluir la restauración del retablo con la escuela-taller La Enzina IV ,
solicitada por nuestro Ayuntamiento al
organismo competente en el año de 2002.
Después, fue pasando el tiempo y la nueva visión del retablo no cambiaba. Se esperaba verlo terminado de una vez, y
mientras tanto, entre el polvo acumulado en los relieves, las nuevas esculturas
sin policromar, sus desconchados retocados con las modernas restauraciones en
acuarela… le impedían brillar como
antaño. Y por una u otra causa el pueblo estaba descontento de que continuara
esa afeada visión por tiempo indefinido.
Mientras, muchos no dejábamos de
preguntarnos cómo se había impuesto
esta moda tan cruda y dura para proteger
el Patrimonio y que nos impedía volver a presenciar la magnificencia de
monumentos como éste, creados para deslumbrar literalmente con su oro y
abstraer con sus santos y mensajes escultóricos a los fieles que lo
contemplasen. ¡Tal vez tantas
precauciones y prohibiciones a todos los niveles fueran consecuencia de los
abusos e innovaciones desafortunadas realizadas en el país durante algunas restauraciones
del pasado!
Afortunadamente, en el año 2009 surgió la Asociación Amigos del
Patrimonio que preside doña Amparo Roldán representando a unas decenas de
personas sensibilizadas con las obras artísticas de La Roda y, motivados asiduamente por don Juan Cabañero, junto a nuestros sacerdotes, don Vicente y don
Juan, ¡ van allanando las dificultades!, consiguiendo las autorizaciones
pertinentes para seguir con la restauración, buscando el patrocinio de los
organismos y empresas que apoyan el proyecto, ejecutando paulatinamente
importantes mejoras en nuestro templo parroquial.
Se puede ya ver y admirar cómo van quedando bien integrados en el retablo
barroco los dorados de las nuevas tallas de madera que en su día le encargaran
reponer al sacerdote-escultor don Francisco Medina. Concretamente se ha
comenzado el dorado por los adornos o ménsulas de la parte baja y las dos
grandes columnas centrales también repuestas. Esta labor la lleva a cabo el
Taller de Restauración Martínez, de Horche
(Guadalajara), con las permitidas
técnicas de “veladuras” (único procedimiento autorizado ante la firme prohibición
de aplicar el clásico pan de oro). Y viendo los primeros resultados
satisfactorios, la mayoría de los rodenses deseamos que se continúe hasta el final con la restauración,
hasta que el retablo churrigueresco deje de escandalizarnos estéticamente.
Al final, el viejo sueño de tantas generaciones de la posguerra se habrá
conseguido, quedando el retablo totalmente restaurado, con sus
partes discordantes bien integradas
en el conjunto. Y seguirá siendo nuestro retablo majestuoso y llamativo,
soberbio, digno del más sublime embelesamiento religioso y artístico.
ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA