martes, 4 de noviembre de 2014

RECUERDOS DE LA ESCUELA

   Varias veces, algunos antiguos alumnos, hoy ya hombres y mujeres bien adultos, me han comunicado que les gustaría tener algunas cintas de vídeo y fotografías que les hice en la escuela ¡hace ya muchos años!

  Hace tiempo, si nos refiriéramos a los años 70, estaba en uso de una  cámara tomavistas  “Super 8” que llevaba un cartucho con cinta de celuloide de 8 milímetros y que proporcionaba sólo tres minutos de grabaciones, ¡y era bastante cara!
Tomavistas Super-8 de los años 70
 



Cartucho con cinta Super-8












Proyector con el que se veía la película del Super-8





  Una vez terminada la cinta del Super-8 había que llevarla a un estudio fotográfico que a su vez la enviaba a Madrid o Valencia, etc. para revelarla y, pasados unos días, te la devolvían en un carrete especial y podías visionarla en un proyector.

   Después, en años más cercanos de los 90 y cuando aquel material dejó de usarse ante las nuevas tecnologías de las cintas magnéticas  de vídeo, dispuse de cámara grabadora distinta, cuyos cartuchos de cintas no precisaban ser enviados a lugar alguno y por lo tanto podían visionarse inmediatamente  en un televisor a través de  la propia cámara o por  un aparato reproductor de vídeo.


Cámara de vídeo para cintas magnéticas
 Además, sus imágenes podían borrarse y la cinta volvía a ser utilizada las veces que desearas con otras escenas.

  Las tecnologías actuales han mejorado enormemente a las cintas magnéticas del vídeo, y aquellas novedosas cámaras se han sustituido hoy por otras digitales,  más cómodas y perfectas, e incluso por los teléfonos móviles  que a través de sus propias pantallas, como en la del ordenador o en la del televisor, nos proporcionan imágenes y momentos de gran placer.

  Durante aquellos años de una u otra tecnología y modalidad de filmación, yo solía grabar imágenes y momentos de mi entorno familiar y profesional para así tener capturado el tiempo ¡que tan rápido pasa!, inmortalizando para siempre los rostros conocidos en escenas entrañables, ¡Y que son irrepetibles en la propia vida a no ser por estos artilugios artificiales!

   Es natural que algunos ex-alumnos y ex-alumnas de aquellas generaciones tengan hoy curiosidad por verse en los años de su infancia y adolescencia que recuerdan cada vez más alejados y, por lo tanto, me soliciten el favor de proporcionarles aquellas pequeñas grabaciones.
   Por ello, deseo complacerles en este trabajo y hacerles fácil su posesión a través de este blog, si bien he tenido que trocearlo y adaptar dicho vídeo a un formato determinado para que se me permitiera emitirlo y no ocupara demasiadas Mb. Esta adaptación ha mermado calidad a la vieja grabación; pero vale como testimonial.
Año 1995, cuando estaban en 4º curso de Primaria y en un aula del Conservatorio Municipal de Música.

 Únicamente les he pedido a mis "viejos amigos"en los correos electrónicos o a través de Facebook, etc., algo de paciencia, pues pasar o convertir unas imágenes de una tecnología determinada y antigua a otra tecnología diferente y más moderna, requiere su metodología y su tiempo. Pero todo es posible echándole horas.

   Paralelamente a los trabajos metódicos y  programados de todos los días  en las aulas tradicionales, siempre incorporé en mis clases otras jornadas de trabajo al aire libre, en plena naturaleza, desarrollando deportes o juegos educativos que transmitían también conocimientos y experiencias distintas,  complementarias, al tiempo que divertían enormemente a los alumnos y alumnas, ...y al maestro.
   Tal es la primera parte de este vídeo que presento perteneciente ya a un sexto curso de Primaria en el final de su etapa  y conmigo como tutor. Aquel día, con los debidos permisos de los padres, Inspección Provincial de Enseñanza y Dirección del Centro Educativo, “Colegio Público José Antonio”, nos fuimos en bicicleta al campo cercano: al ancestral “Pozo Bueno”, también conocido como “San Isidro”. 


   Nos llevamos las tiendas de campaña que poseía el colegio y aprendieron a montarlas y desmontarlas. Y más: Allí participaron en muchos juegos educativos, por equipos e individuales, como “La carrera de cintas”. Juego que preparé con cintas enrolladas en carretes que soportaba una cuerda o alambre sujeto de pino a pino y debían ensartar con un puntero desde la bicicleta. Dichas cintas llevaban puntuaciones para canjear por golosinas y tebeos.
 “La búsqueda del tesoro”, que el día anterior personalmente había escondido en el campo, preparando unas tarjetas para los equipos de participantes con una serie de pistas hasta llegar a él con la utilización de una brújula por equipo. En realidad era una mini-carrera de orientación; “La rueda del alpargate”, “Al Pañuelo”, “Cesta y puntos”, “Al corro con balón”, "Al corro sin tirar la escoba", etc. etc.

   Este vídeo muestra escenas con alguno de aquellos juegos; pero todavía hay más metros por visionar en otra ocasión. 
   Ahora que sus protagonistas son adultos, algunos ya casados e incluso con familia, comprendo que les guste rememorar aquellos días diferentes de la escuela, de expansión y divertimento, aunque también de aprendizaje  en otro ámbito menos estricto,  más suelto, relajado y libre.
 Espero haberos complacido de momento, ¿no, Jesús? proporcionándoos  estos recuerdos de la infancia que podrán continuar otro día. (Todo esto, es que lleva su tiempo y que he de quitar a otras aficiones).

                                  ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA

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