lunes, 27 de junio de 2016




EL CERNÍCALO Y LA BOLA DE LA TORRE

El cernícalo delante del agujero del Sur
Disfrutábamos hace unas semanas de las curiosas fotografías que  oportunamente realizó mi hijo Adolfo de “la bola de la torre”  en las que se observaba  cómo un cernícalo tenía su hogar dentro de la esfera  hueca, entrando  y saliendo a placer por un agujero existente bajo su ecuador, visible especialmente por la parte sur.

   Era lógico deducir  que ese agujero sería el resultado del desgarro de un trozo de la chapa metálica que forma la bola, seguramente  hecho a propósito en alguna de las subidas a la cima de la torre para así conseguir la documentación que se custodiaba en su interior; o que dicho agujero podría deberse a estar abierta  la puerta de la esfera, pues es bien sabido que existe esa entrada.




Vista del desgarro de la chapa y su agujero del sur.
   Pero ya en una de las pasadas ascensiones a la bola de la torre, (en 1743), se hizo constar en el acta de la subida que no se había podido abrir la puerta por estar asegurada con bastantes tornos, y para rescatar el cilindro metálico del interior de la esfera que contenía las actas de las subidas anteriores, monedas y otros objetos, tuvieron que hacerlo a través de un agujero cuadrado:

“…puesto todo en un bote de plomo y soldado por ambas partes…entrándose por un agujero cuadrado que cae al norte…”

  Efectivamente, por el Norte se aprecia un agujero bien cuadrado y mucho más pequeño que el de la parte sur, por el que baja un recio cable metálico, seguramente del pararrayos que se instaló en el año 1906  y aprovecharían la existencia de ese agujero.
   Podría pensarse que ya existía el agujero cuadrado en la subida del año 1743, o que lo hicieron adrede, dado que no pudieron abrir la puerta, cortando limpiamente la chapa para extraer el mencionado "bote" o cilindro y así poder añadirle el acta levantada de la subida de ese año.

   Está claro que por dicho agujero  pudieron introducir un brazo para recoger el cilindro y después volverlo a dejar en su interior.

  Pero, ¿y este otro agujero más grande, situado hacia el sur y en el que se aprecia la chapa desgarrada, doblada y entreabierta, por la que entra y sale a su antojo “el cernícalo de la torre”? ¿Podríamos pensar que también se hizo adrede en otra subida posterior, ya que en el agujero del norte, atravesado por el recio cable mencionado, no podría introducirse bien el brazo para sacar otra vez el famoso cilindro estañado y colocar la nueva acta de subida?

La bola y la cruz remataron las obras de la torre
   De una forma u otra, ahí está este misterioso agujero que  ahora gana protagonismo con el cernícalo, y es lo suficientemente amplio  para poder coger o dejar el tubo estañado de los documentos y otros objetos allí depositados.

   La parte superior de la bola no podemos verla desde abajo y no recuerdo que alguien la haya fotografiado. Tal vez esté allá arriba la famosa puerta que no se pudo abrir hace ya doscientos setenta y tres años. Observando mejor la bola con los prismáticos parece dibujarse una posible puerta con forma de medio uso esférico,  hacia el este y por encima de su ecuador, muy marcada en su contorno por bastantes cabezas de tornos.


   A través de las fotografías de mi hijo y otras que se  publicaron anteriormente en los “libros de fiestas” y reproduzco ahora para ilustrar este artículo, volvemos a meditar o reflexionar sobre esta gran esfera hueca que remató con su cruz el final de la construcción de nuestra soberbia torre ¡en el año 1624! (Y corrijo aquí la fecha que hasta hoy había dado por buena en mis escritos sobre la iglesia (1634), sugerida y bien razonada por otro autor local, cuyos lógicos razonamientos nos convencieron a todos, aunque sin la documentación original de la época, salvo el acta del cura con la fecha equivocada).

   Pero la colocación de la bola y la cruz y veleta no fue el final de las obras del templo, pues aún quedaban por construirse las bóvedas,  que se levantaron  en años posteriores, igual que  la gran cúpula del crucero o media naranja, etc.

 
Año 1906.Haciendo equilibrios sobre la cruz.
  He escrito el año 1624 el de la subida y puesta de la bola y cruz como remate del chapitel de la torre que debería figurar en  el primer documento testimonial que existe archivado en el famoso cilindro y fue redactado  con motivo de ese acontecer. Pero todos sabemos que en dicho documento el cura redactor olvidó poner las decenas  del año de la colocación, pues escribió sólo los ordinales del 1604; y  no pudo ser en  el año 1604―como ya apuntó nuestro recordado Inocencio Martínez Angulo― porque los personajes que se mencionaban en el acta como contemporáneos en aquel momento histórico,
(el papa Urbano VIII, que lo fue desde 1623 a 1644; el obispo de Cuenca Enrique de Pimentel, desde1622 hasta 1643; el mayordomo de las obras Antonio de Monteagudo y el cura del templo Lorenzo Martínez), no coincidieron en sus cargos ni en 1604, ni en 1614; y sólo pudo ser en 1624 y 1634.

 
Año 1949. Hombre subido sobre la bola.
  Y  deduzco que tuvo que ser en el año 1624, dado que,
según mis últimas investigaciones, en el año 1627  ya se hicieron varios pagos por  el trabajo de haber puesto anteriormente la bola y la cruz. También por el dorado de ambas a un dorador que gastó más de veinticinco mil maravedíes en su trabajo; y luego fue supervisado dicho trabajo por “un veedor”  que certificó estar bien doradas la bola y la cruz.

   (También cobró “el maestro de cantería” encargado de las obras del chapitel durante aquellos años, a cuenta de su dirección y trabajo; aunque su identidad, como las de los otros arquitectos que le precedieron y por consiguiente fueron sucediendo a Pedro de Zabala el que en 1581 se adjudicó la subasta de las obras de la torre, además de muchos otros detalles curiosos, no revelo de momento, ya que merecen ser objeto de un estudio más profundo  y pormenorizado, y no puede realizarse en este artículo).


    
Subida del año 1981
El recuerdo de las fotos del cernícalo en su metálico nido, nos siguen incitando para mirar hacia arriba cuando pasamos cerca de nuestra hermosa torre, deseosos de  ver  a la beneficiosa rapaz posándose majestuosa en la puerta de su nueva casa; o de admirarla por el cielo limpio de la cruz,  surcándolo  en vuelo persecutorio contra las  destructivas palomas  que día a día deterioran con sus excrementos la obra centenaria de la iglesia. ¡Bien pudiera decirse que este "pequeño halcón" se ha convertido en un buen guardián y defensor del templo!

   Pero sobre todo,  nos hace ilusión mirar hacia el azul infinito para encontrarnos con la gran esfera metálica y hueca, con su forjada cruz que la atraviesa y se incrusta emplomada en los últimos sillares del chapitel. ¡Y ambas son orgullo de todos los rodenses, pues fueron aquí creadas hace trescientos noventa y dos años en los talleres de dos  artesanos locales!
   Sólo adelantar que el forjador de la cruz cobró en el año 1622, a cuenta del trabajo que debía hacer, 544 maravedíes y veinte fanegas de centeno. 

                                ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA

          MI AMIGO PRIMITIVO ESCRIBE DE MI ÚLTIMO LIBRO Primitivo Fajardo t d o e s o p n r S 8 h i     1 c e 8 3 0 e   0 1 6 a 6 l 4 l 1 u ...